Europa y las multinacionales
Cuando el Parlamento europeo nos encomendó la ponencia sobre el control de los excesos de la multinacionales en Europa, en materia laboral, en la buena compañía de Marco Aguiriano fui a darle un abrazo al anterior ponente el compañero, Vredeling, en la vecina Holanda. Allí supimos que la mitad de la capacidad industrial del mundo está «bajo el poder de las multinacionales” particularmente activas en los lobbis de Bruselas. También aprendimos porqué el BCE es más proclive al control de precios que a la creación de bonos y emisiones de deuda pública y porqué aquel euro optimismo fue perdiendo fuelle en el sur de una Europa con gobiernos mayoritariamente conservadores.
En la hoya berciana tienen asiento algunas empresas multinacionales bajo sospecha de emisiones tóxicas y cancerígenas, lesivas también para el medio natural y las cosechas, asunto bien acreditado en estudios clínicos y ambientales. Solamente en el año 2009 fallecieron en España, según datos de la OMS 16.000 personas a consecuencia de partículas procedentes de combustibles sólidos. Tienen muchos recursos y poderosos apoyos para cerrar bocas y callar conciencias. Aunque no creen en el ecocidio, tienen buenos abogados y, eso también, sí creen en la separación de poderes, son demócratas particularmente reacios a todo tipo de controles independientes, transparentes, rigurosos, fiables y pactados sobre posibles efectos nocivos para la ciudadanía, derivados de su actividad productiva, muy críticos con el principio “quien contamina paga, contra las tasas Tobin, google o cualquier gravamen solidario a las transacciones financieras, en sintonía con las soflamas de Donald Trump.
El presidente del gobierno de España, que lidera el eterno diálogo norte-sur en Europa, esta vez con los conservadores de Holanda especialmente, escribe que, ante la mayor amenaza de salud pública desde 1928, no se contenta con lo conseguido hasta ahora, como es el programa de compra de emergencia, del BCE, o el plan SURA de la Comisión contra el desempleo. Es necesario, concluye, un nuevo Plan Marshall con el respaldo de todas las instituciones comunitarias. Ojalá que la oposición toda esté a su lado en este propósito.